Presidente de la Feusach, Sebastián Donoso, aborda el tema de inclusión educativa analizando el rol de los municipios.

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El acceso inclusivo es una demanda central del movimiento estudiantil, ligada ciento por ciento al financiamiento y calidad. Al no existir hoy un apoyo importante del Estado al financiamiento de la educación escolar (sobre todo “pública”), sea para asuntos prioritarios como modernizar laboratorios o infraestructura acorde con las demandas de la enseñanza actual, por ejemplo, emergen problemas serios con la calidad lo que, finalmente, repercute en el acceso. En resumen, aquellos que tienen más recursos podrán pagar un establecimiento educacional que entregue mayor calidad o, en su defecto, que prepare mejor para la PSU, que es la principal variable que genera segregación en el sistema de acceso universitario (también discrimina para poder acceder a los beneficios). De esta forma, los liceos municipales quedan desplazados por los colegios particulares pagados y sólo un grupo selecto (que por lo general genera una gran segregación en el ingreso) pueden competir con ellos, esto es, los llamados emblemáticos.
Políticas impulsadas tanto por estudiantes como académicos y que ha instituido el CRUCh estos últimos meses, han generado cambios importantes al sistema de acceso; pero no sólo esto, la crítica generalizada a la PSU es respaldada por informes internacionales. Es en esta línea que los estudiantes provenientes de la educación municipal principalmente, han visto una ventana al ingreso a la educación superior.
Si el análisis fuese superficial, diríamos que solucionando el problema de la calidad en la educación escolar, o al menos en la pública escolar, ya sea desmunicipalizando, inyectando más recursos a las corporaciones de educación, no tendríamos esta segregación social en base al nivel socioeconómico. Pero las soluciones son un poco más complejas de implementar, y más que eso, las voluntades en general no han demostrado ir en una línea más progresista, de allí que creo firmemente que es necesario dar algunos pasos concretos; a saber:
En primer lugar, romper con el paradigma de que un estudiante con bajo puntaje PSU, es un estudiante con pocas capacidades para la Universidad. Estudios, realizados tanto en la U. de Santiago de Chile, como en la U. Católica, han demostrado que esto no es así, que es más relevante y a su vez determinante en el resultado académico, el esfuerzo del buen estudiante, es decir, quien cuenta con buenas notas sobre la media de su establecimiento, independiente de la calidad de éste.
En segundo lugar, aplicar políticas que permitan abrir ventanas a cambios mayores en acceso a la educación superior. Tal como se hizo con la instalación del Ranking como variable de acceso o los más de 11 programas propedéuticos que están operando a nivel nacional, en distintas universidades y que tuviera su origen en el Plantel del que formo parte.
Si bien casi todos han jugado roles en esta historia social que aún no tiene desenlace, hay un actor principal, quizás uno de los más afectados, que se mantiene silente: las municipalidades, primeras responsables de la educación pública de manera local.
Es claro que la demanda de desmunicipalización no va a llegar pronto, puesto que requiere de voluntades que aún no confluyen. Con todo, la máxima institución de representación comunal no puede ser un mero espectador. Es importante que los municipios, en conjunto con las corporaciones educacionales, tengan un acercamiento con planteles de educación superior, resguardando el no hacer el recurrente convenio con instituciones que solo buscan aumentar su matrícula.
Tal acercamiento debe ser con miras al perfeccionamiento de los estudiantes de la comuna, brindar oportunidades que el sistema niega. La posibilidad de implementación de programas propedéuticos es real. Para esto, las universidades comprometen recursos importantes y no estaría mal que el municipio los comprometiera, también, en pos de asegurar la posibilidad de que sus buenos estudiantes de liceos vulnerables no queden fuera de la educación superior.
Junto con lo anterior, no está de más el pronunciamiento político sobre el actual sistema de acceso, puesto que hace años que no vemos un rol propositivo o al menos crítico en cuanto a la situación descrita; muy por el contrario, vemos cómo día a día aumentan los acuerdos entre preuniversitarios y municipalidades donde, incluso, se permite la instalación de algunos PREU dentro de los establecimientos escolares, con miras a la preparación de dicha prueba, sin considerar el poco aporte en términos predictivos de tal instrumento.
No estaría mal ver municipios preocupados del desarrollo educacional de sus vecinos e hijos, de forma crítica y propositiva, y no como acontece hoy en el que prevalece el rol de simples administradores de establecimientos educacionales.
Estoy de acuerdo que el municipio tiene que ocuparse de muchos temas, pero habría que preguntarse si para ellos ¿es relevante la educación de los y las niñas de sus comunas? o, si efectivamente la educación que están ofreciendo ¿brinda más oportunidades? Y, en esta misma línea, con la educación que entregan ¿la posibilidad de obtener estudios universitarios debe ser para todos igual? Me imagino que la respuesta a cada una de esta interrogantes es un rotundo Sí (sería cuestionable si alguna administración municipal no creyera en esto). Entonces, el cuestionamiento es por qué no se ha jugado un rol más activo, aunque siempre hay excepciones como por ejemplo el municipio de Lo Prado, que a través de un programa específico trabaja en conjunto con la Red Propedéutico y genera oportunidades a estudiantes que por lo vulnerables de sus liceos y lo segregador del sistema de acceso y la asignación de becas, no podrían ingresar a una universidad (aunque mi recomendación tampoco es ingresar a cualquier universidad, al menos, una que No Lucre!).
En consecuencia, la ciudadanía -en la que me incluyo- vería con muy buenos ojos que, de una vez por todas, los municipios asuman la educación de sus niños, niñas y jóvenes con una mirada de país. Urge que se apropien del rol que les confió el Estado -–por la fuerza de un decreto cuestionable, claro está- para que podamos dejar de verlos como meros administradores de establecimientos educacionales.
(*) Presidente Feusach
Vicepresidente Entre Estudiantes - Buin
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