La Dra. Carmen Norambuena Carrasco, fundadora y ex directora del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), revisa con particular emoción y detalle en este texto, preparado para la ceremonia en que se le entregó la Medalla Universidad de Santiago de Chile, la historia tanto personal como académica de la destacada investigadora y analista internacional fallecida ayer.

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Olga nace en Moscú cuando la ciudad se viste de blanco y las temperaturas suelen fluctuar entre los 15 y 20 grados bajo cero. La prensa registra una serie de sucesos no menores cuando esta pequeña comenzaba su vida; veamos:
Por entonces Nikita Krushov se encontraba en el poder. Las agencias del orbe dan cuenta que este ex minero carbonífero, no tiene éxito en la fase final de su gobierno tras implementar nuevas medidas económicas, aunque abre una ventana de posibilidades a los países de la esfera soviética como, asimismo, a la idea de implementar la coexistencia pacífica en la política exterior.
Más allá de la política contingente una mujer de 26 años, iniciaba por primera vez un periplo extraterrestre. Valentina Tereskova se convertía en la primera astronauta y su hazaña es seguida y comentada más allá de la cortina de hierro.
Ese mismo año, la cortina de hierro se entreabre gracias al teléfono rojo –que en estricto rigor no era rojo, sino negro- permitiendo conexión directa entre entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Mientras el mundo sigue girando, Olga hace sus primeras letras en una escuela común, la Escuela Nº584 de Moscú. A poco andar destaca por su inteligencia muy, pero muy por sobre la media. También estudió piano primero en una escuela musical y a partir de los 14 años español en el Palacio de Pioneros. Había que potenciar su talento, y pasa a integrar un grupo exclusivo con educación también especial.
El interés de Olga por América Latina y Chile se inicia tempranamente. El aprendizaje de la lengua castellana le ayuda a comprender mejor la existencia de este RINCÓN del mundo, conocido por ella a través de lecturas y más lecturas. El dominio del español le permite más tarde compartir con gente del finisterre e interesarse mucho más por el desarrollo o el subdesarrollo de nuestros países.
Dice su hija Sofía, en análisis tan certero como los de su madre: “Mi mamá sentía cierta disconformidad con la sociedad en la que vivía, pero sin cuestionar la revolución. América Latina representaba la posibilidad de pensar que otras revoluciones no se iban a equivocar de camino, como ocurrió en Rusia con el Estalinismo e iban a llegar a una sociedad mejor”. Chile en particular”...
Entre otros chilenos conoce al entonces diputado Eugenio Ortega y al rector de la Universidad de Santiago de Chile, Eduardo Morales Santos. A través de ellos logra viajar a Chile y constatar las impresiones que a través de los libros se había formado; al mismo tiempo, se percata de las bondades y defectos de esta sociedad. Imaginamos que, al final, su balance es positivo puesto que no duda en regresar.
Por esos mismos años conoce a otros chilenos. Lo que más le agrada de ellos, es el color de la piel…y qué decir de ese hablar suave y cadencioso, simplemente fascinante tal como me comentaría con arrobo y timidez.
No tardaría en enamorarse de uno de los nuestros allá en su tierra; es así como se une en matrimonio con José Luis Hidalgo, quien hace honor a su apellido en el transitar común con Olga. Los proyectos académicos de ambos se desarrollan a la par de la crianza de Sofía, la hija única, en quien han puesto su amor y esperanza.
José Luis rememora: nos conocimos en 1986, en la Universidad Estatal de Moscú, en un círculo de jóvenes historiadores de América Latina. Fue un día domingo con té y torta, algo típico en las reuniones; terminada la reunión nos fuimos juntos y yo como un caballero y buen chileno me pasé de mi bajada y terminamos en su departamento conversando sobre …muchos temas…Después de ese encuentro fui invitado a su cumpleaños en febrero , nos perdimos por un año, hasta mayo (primavera), luego nos fuimos juntos a los trabajos voluntarios, 1987, en solidaridad con Chile y descubrimos que teníamos un montón de cosas en común y comenzamos una relación… en realidad ya estábamos seguros de que había futuro, que teníamos un futuro juntos ( 1991).
Los enamorados siempre tienen música de fondo: puede ser Silvio Rodríguez, Edith Piaf, Serrat, en fin, para Olga y José Luis su música es la de los NIKITIN, una pareja de artistas. También, ambos son amantes del buen cine soviético, una película que ven y comentan cada cierto tiempo –dice- es Pokayanie (penitencia o arrepentimiento), es la película que, según Olga, marca el sin retorno de la perestroika.
Una de las primeras aficiones que nos acerca con Olga es la literatura rusa. Un día cualquiera me pregunta ¿por qué tú sabes de Chejov? Y mi respuesta me retrotrae a Curacautín, donde nací y crecí. Y le dije: allí, también mis inviernos eran de días cortos y noches largas, como en tu natal Moscú. Mi abuela paterna, gran lectora, admiraba los autores rusos. Quizás en un comienzo, cuando nos leía, algunos de sus nietos entendían más que otros, pero los cuentos breves de Chejov nos impactaron. Recuerdo, no sé por qué, la tapa del libro, donse se leía, ESPASA-CALPE. Me sonó un nombre bonito y siempre lo recordé.
La llegada de Olga a la USACH es gracias a la intermediación del rector Eduardo Morales, quien queda admirado de su vasta cultura y personalidad. Por ese tiempo -1992- trabajábamos en esta Universidad, en una comisión inter-facultades echando las bases de lo que sería IDEA. Al año siguiente, cuando se crea oficialmente, se integra Olga.
Años más tarde, gracias al desarrollo de un proyecto FONDECYT de ambas, realizamos un interesante trabajo en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias de Moscú. En compañía de Olga y de Anatoly Sosnovsky, un destacado cientista político, conocí y recorrí Moscú, sus avenidas, sus monumentos, sus iglesias, sus bosques en medio de la ciudad. Las praderas de los alrededores. Los campos verdes y las iglesias “cebollas” repartidas por la campiña; sus pequeños cursos de agua, en fin, vi la literatura hecha realidad. También fuimos y recorrimos “la Venecia del Norte”: San Petersburgo. Todo monumental y asombroso. Desde el viaje en tren con compartimentos, solo vistos en películas, con maderas nobles y brillantes, con un samovar a disposición. Ya en la ciudad, un recorrido por el río Nieva, con innumerables construcciones a ambas riberas. El increíble L”Hermitage y el palacio de verano de los zares, era parte de un sueño –mi sueño- convertido en realidad. Y lo mejor, con una versada guía en español.
La cultura reverbera por todos los rincones. Especialmente cuando conozco, por lo menos, a tres de los maestros de Olga…eran sabios de las letras, quedé fascinada.
Una vez más constato en la realidad lo que la literatura y las figuras literarias de las obras rusas me habían bosquejado, dibujado, impactado. También fui comprendiendo mejor la personalidad y la mentalidad de Olga. Decía que ella que, como el común de los rusos, había hecho del conocimiento popular, su otra etapa formativa. Hablar con dichos, metáforas y sentido común. En ocasiones frente a un proyecto mal aspectado, por lo que no me atrevía continuar, me decía: “No Carmen, no puede usted cambiar caballos a mitad del río” .
En nuestra tierra le costó entender el modo de hablar chileno; ejemplos hay muchos, como algunas expresiones no repetibles en esta aula, pero que varios conocen, como cuando confundió un chilenismo como la advocación a la “santa de la paciencia”.
En nuestro trabajo universitario, desde un comienzo IDEA lo pensamos con amplios horizontes.
Con Olga hicimos contacto con el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias rusa. Invitamos a destacados profesores. Los más relevantes el doctor LEV OSPAVAT y la Dra. VERA KUTEISHIKOVA, quienes tradujeron a Neruda al ruso. Pudimos invitarlos a IDEA, mayores ya, agradecieron esta invitación y muy particularmente llegar hasta la tumba del poeta.
También con Olga visitamos Polonia en donde iniciamos un programa con André Dembic, Director del Centro de Estudios de América Latina de la Universidad de Varsovia. Allí, tomamos contacto con Máximo Lira quien había sido hasta ese entonces embajador de Chile en ese país. Los tres coincidimos en una común afición: la música. Además de mostrarnos muchos lugares, realidades e historia, nos reunió con Chopin. Máximo Lira nos lleva al corazón de Varsovia a respirar y observar lo que un día inspira al artista. Este amor por la música ha sido otro de nuestros puntos de encuentro.
Una vez que el embajador Lira retorna a Chile, en IDEA da inicio a un trabajo acerca de Europa Central. Teníamos cubierta con nuestros estudios una parte, no menor, de la geografía política. Pero también conocimos de fracasos. Hicimos un convenio con la Universidad de SUKUBA en Japón, pero allí nuestra contraparte no estuvo a la altura de la reciprocidad americana ancestral con que ya acostumbrábamos a trabajar.
En este trabajo fundacional, fueron de gran valor los aportes de Alfredo Jocelyn Holt y Cristián Garay. Luego Ana Pizarro y Cristian Parker, Vicente Espinoza y Celina Tuosso, Emanuel Barosset y Carmen Gloria Bravo, Iván Witker y Eduardo Ortíz, en fin, así se fue constituyendo un gran equipo.
Quizás la clave del rápido avance fue la libertad que la USACH, la Vicerrectoría de Investigación e Idea dio a sus investigadores. El panorama investigativo de IDEA crecía.
También con Olga y Eduardo Devés, al amparo de la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre América Latina y el Caribe (SOLAR); y de la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe (FIEALC); hicimos contactos e iniciamos trabajos con académicos de la Universidad de Jerusalén y Tel Aviv.
Con otros interesantes estudios, logramos igualmente, otra mirada a América Latina. Gran aporte fue la incorporación de Ana Pizarro, quien venía desde mucho antes desarrollando esa línea de trabajo. Así, potenciamos pensamiento y cultura en América Latina y el Caribe.
Cuando ya creímos haber cumplido la mayoría de edad nos embarcamos en el proyecto de doctorado en estudios americanos. Programa que en sus comienzos dirigió Eduardo y luego Olga. En todo este recorrido contamos con la valiosa colaboración de profesionales muy comprometidos con el quehacer de IDEA, entre ellas, Carmen Gloria Bravo, Magdalena Carrere, Elsa Domínguez y Lenissette Toro.
Más adelante, Olga prosigue su propia línea de investigación, pero no dejamos de lado las migraciones Trabajamos juntas los rusos en sur del mundo y rusos en Chile. Ya por ese tiempo se habían incorporado dos rusas Eugenia Fediakova y Olga Lepígina, quienes al alero académico de IDEA siguieron sus respectivas líneas de investigación.
Y así se fue urdiendo el trabajo académico y la amistad con Olga y José Luis. También en momentos muy gratos como la instalación de nuestras respectivas DACHAS familiares en el Quisco. O nuestros encuentros veraniegos contemplando las aguas del hermoso lago Calafquén.
De igual manera Olga sigue en contacto con su otro mundo, con sus parientes rusos, su tía Sonia Baievskaya, prima hermana de su padre, su tío Alexander Ulianov, su tío Shura, hermano de su mamá... La familia es muy importante en su vida. Su hija Sofía describe a Olga como una mujer:
“...apasionada.... Cuando empieza con algún trabajo o un tema nuevo no hay quien la pare y agarra ritmo como loca. Apasionada al momento de hablar de los temas en los que está investigando... Apasionada, cuando al momento de sentarse a escribir el único tema que se escucha son los de los archivos y la papita que encontró en los archivos desclasificados de la CIA... Extremista es otra palabra que sirve para describir a mi mamá.. Extremista en lo abarcable y, que, si en el día no paró en un solo minuto... fue un buen día.
Una persona fuerte y resiliente. A veces –dice Safía- me gustaría poder ser la mitad de fuerte que es ella. Que desde los 20 años se tuvo que parar sola y sacó adelante una brillante carrera y una gran familia”.
Olga también mantiene contacto con viejas amistades rusas, en Moscú, entre ellas, las hermanas Rutzova, Andrey Shaulskov, Anatoly Sosnovski, Lena Bougush, Yulka Andreiva, y en Santiago, por supuesto sus amigas rusas en Santiago, Irina, Natacha, Evguenia y Olga.
Olga ha sido embajadora de su país en Chile y agregada cultural y emocional de sus connacionales- José Luis, su marido dice: Lo que más admiro de Olga desde que la conocí, es su tremenda capacidad analítica, su tremendo corazón y su capacidad de amar y dar.
Querida Olga, entonces no cambiemos caballos en mitad del río, sigamos con la misma fuerza nuestros planes y proyectos familiares y académicos.
Felicidades por este merecido reconocimiento y en nombre de todos,
¡Muchas Gracias! BOLSHOYE SPASIBO!
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